Genera en los más jóvenes hambre por la Biblia

Muchas personas agradecen a Dios en sus oraciones por la comida que están a punto de comer. Sin embargo, dudo que muchos agradezcan en su oración por el apetito de comer esa comida. Nuestros apetitos son algo que la mayoría damos por sentado, pero la verdad es que sin apetito, la idea de comer perdería totalmente su atractivo.

La Biblia es descrita como alimento en todo el Nuevo Testamento. Jesús dice en Mateo 4: 4 que “no solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que salga de la boca de Dios” mientras que el escritor de Hebreos declara en el capítulo 5 que la Palabra de Dios es leche y alimento sólido.

Cuando hablamos de tener apetito, como pastores nos viene a la mente esta pregunta: ¿Oramos pidiéndole a Dios que les dé a las nuevas generaciones de nuestra iglesia apetito o deseo de leer la Biblia? Sabemos que es fácil desanimarse cuando los chicos no invierten tiempo en desarrollar su relación con Dios. Sin embargo, tal vez en lugar de desanimarnos deberíamos pedirle con audacia a Dios que despierte el apetito de nuestros niños, adolescentes y jóvenes por consumir su Palabra. Este año, deberíamos orar para que nuestra juventud escuche a Dios a través de la lectura, la meditación y el estudio de la Biblia.

Dos humildes y concretos consejos al respecto:

1) NO LOS SUBESTIMEMOS

Hace un tiempo estaba por ir a un estudio bíblico para estudiantes que se realizaba por la mañana en una escuela pública y cuando le comenté esto a un integrante del grupo de jóvenes de nuestra iglesia, este me comentó que ya no estaba asistiendo más porque ahí “no usan la Biblia”. Esto fue un estímulo para mí y un recordatorio de cómo a menudo olvidamos las ansias de profundidad espiritual que pueden tener nuestros adolescentes. No debemos suponer que las nuevas generaciones son apáticas, sino que debemos asegurarnos de escucharlos a fin de evaluar dónde se encuentran realmente en términos de lectura y alfabetización de la Biblia.

2) DAR PLANES CLAROS DE LECTURA BÍBLICA

Algunas veces la razón por la cual las personas los más jóvenes no leen la Biblia es porque la perciben como un gran libro que contiene muchos temas difíciles. Puede parecer para ellos como una gran montaña a escalar en soledad, si no cuentan con alguna dirección o asistencia. Proporcionemos planes de lectura de la Biblia y recursos que puedan ayudar de manera concreta y actual a los grupos de diferentes edades de nuestra iglesia a leer la Biblia.

Esto puede sonar muy básico, pero es cierto y necesario: Más de un joven pueden sentirse tentado a apartarse de Cristo cuando lee la Biblia porque no entiende algo o porque siente que lo que la Biblia enseña no se alinea con su realidad o su cultura. Estas preguntas pueden llevar a dudas, y luego a más cuestionamientos y esto posiblemente arrastre a alguien a la incredulidad. Nuestros niños y jóvenes deben vivir en la iglesia un entorno confiable y seguro en el que no tengan miedo de hacer preguntas difíciles o incómodas.

En conclusión, los pastores debemos recordar el poder de la Palabra de Dios en la vida de nuestra niñez y juventud. A veces puede ser tentador quedarnos solo con reinventar ciertos aspectos del ministerio con las nuevas generaciones, sin embargo nunca deberíamos ir más allá de la Palabra de Dios. Ella ha sido, es y seguirá siendo usada por el Señor para transformar la vida de las personas de todas las edades. La Biblia es el alimento supremo que nuestros muchachos necesitan para sostenerse en la vida. ¿Por qué no orar sistemática y fervientemente para que nuestros jóvenes tengan un hambre creciente por la Palabra de Dios? Esto los beneficiará tanto ahora en el presente como para siempre en su futuro.

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